Ginebra es sede de la Cruz Roja y de la ONU. Se trata de un gran destino cultural, ideal para mojar pan tostado en una olla burbujeante de fondue, comprar relojes de lujo o disfrutar del chocolate.
Cuenta con una hermosa ciudad antigua y te permite visitar la casa del filósofo Jean-Jacques Rousseau, caminar por el jardín Inglés o pasear en barco por el lago Lemán. Cuando llega la nieve, las estaciones de esquí, como Chamonix, están muy próximas.
Si te gusta la historia, el aire libre o buscas serenidad en el centro de Europa, Ginebra es un maravilloso destino.
Ginebra es uno de los mejores centros de producción de relojes del mundo y el hogar de marcas de lujo como Patek Philippe, Breguet y Rolex. En ella también son famosas sus boutiques de élite, como Bucherer y Chopard, que ofrecen deslumbrantes joyas y objetos de orfebrería.
En el entorno del ayuntamiento se localiza este atractivo edifico histórico que, en su tiempo, fue un antiguo arsenal. Actualmente es la sede de los archivos estatales y cuenta con cañones de época verdaderamente fotogénicos.
Ginebra es una ciudad con el alma tranquila. La serenidad, la calma y la paz ambiental son apreciables, con unos niveles de ruido muy por debajo de los habituales en otras ciudades, especialmente españolas.
Para empezar, degusta un bol recién fundido de fondue en el Café du Soleil o en Bourg-de-Four y, a continuación, prueba las creaciones de los maestros chocolateros suizos.
Ginebra es una de las mejores opciones para combinar las atracciones urbanas con el esquí alpino. Un día puedes visitar el Centro de Arte Contemporáneo y, al siguiente, deslizarte por la nieve en Les Gets o Chamonix.
Ginebra se ubica junto al lago Lemán. En él se encuentra el Jet d'Eau, una enorme fuente central que proyecta un chorro de agua a velocidad de vértigo. En su entorno se encuentra el jardín Inglés y, en la orilla contraria, el centro social de la ciudad, llamado Bains de Pâquis. Puedes usar los barcos de vapor Belle-Époque para recorrer el lago y para organizar excursiones de día a Yvoire, Montreux o el castillo de Chillon.
Ginebra cuenta con uno de los centros antiguos mejor conservados de Europa. Conocido como Vieille Ville, está lleno de sinuosas calles adoquinadas y lugares históricos bellísimos. Su epicentro es la plaza de Bourg-de-Four, un animado punto de partida para explorar la catedral de San Pedro y la Casa Tavel. En sus inmediaciones se agolpan incontables tiendas de antigüedades. Tras la visita turística, el Parc des Bastions y el Muro de la Reforma son perfectos para descansar.
Al otro lado de la frontera, en Francia, se encuentra la colina privada de Ginebra: Mont Salève. Popularmente conocida como el Balcón de Ginebra, se puede llegar hasta ella practicando senderismo o en teleférico. Si buscas experiencias de montaña más impactantes que sus preciosas vistas, Mont Blanc y los Alpes están muy próximos.
El Palacio de las Naciones es el símbolo de la Ginebra más internacional, pues acoge la sede europea de las Naciones Unidas. Es una obra maestra de la arquitectura neoclásica del siglo XX, casi tan grande como el mundialmente famoso Palacio de Versalles.
Si quieres cambiar de ambiente tras haber visitado las calles ginebrinas de alta gama, Carouge ofrece una presencia acogedora y clásica al otro lado del río Arve. Con mezcla de cultura suiza, francesa e italiana, sus calles están llenas de cafés, boutiques, galerías de antigüedades y callejones encantadores.
Ginebra se ubica junto al lago Lemán. En él se encuentra el Jet d'Eau, una enorme fuente central que proyecta un chorro de agua a velocidad de vértigo. En su entorno se encuentra el jardín Inglés y, en la orilla contraria, el centro social de la ciudad, llamado Bains de Pâquis. Puedes usar los barcos de vapor Belle-Époque para recorrer el lago y para organizar excursiones de día a Yvoire, Montreux o el castillo de Chillon.
Ginebra cuenta con uno de los centros antiguos mejor conservados de Europa. Conocido como Vieille Ville, está lleno de sinuosas calles adoquinadas y lugares históricos bellísimos. Su epicentro es la plaza de Bourg-de-Four, un animado punto de partida para explorar la catedral de San Pedro y la Casa Tavel. En sus inmediaciones se agolpan incontables tiendas de antigüedades. Tras la visita turística, el Parc des Bastions y el Muro de la Reforma son perfectos para descansar.
Al otro lado de la frontera, en Francia, se encuentra la colina privada de Ginebra: Mont Salève. Popularmente conocida como el Balcón de Ginebra, se puede llegar hasta ella practicando senderismo o en teleférico. Si buscas experiencias de montaña más impactantes que sus preciosas vistas, Mont Blanc y los Alpes están muy próximos.
El Palacio de las Naciones es el símbolo de la Ginebra más internacional, pues acoge la sede europea de las Naciones Unidas. Es una obra maestra de la arquitectura neoclásica del siglo XX, casi tan grande como el mundialmente famoso Palacio de Versalles.
Si quieres cambiar de ambiente tras haber visitado las calles ginebrinas de alta gama, Carouge ofrece una presencia acogedora y clásica al otro lado del río Arve. Con mezcla de cultura suiza, francesa e italiana, sus calles están llenas de cafés, boutiques, galerías de antigüedades y callejones encantadores.
Ginebra es estupenda para los aficionados a la comida gourmet. ¿Quieres una auténtica fondue suiza de quesos locales? Café du Soleil es espectacular. Si buscas una comida con ambiente, el Café Papon tiene más de 200 años y Chez ma Cousine ofrece comidas deliciosas basadas principalmente en el pollo. Comer de restaurante no es barato, alrededor de unos 15 o 20 Fr. por persona.
Ginebra es perfecta para explorarla en cualquier momento del año. El lago es más atractivo en verano, aunque sus actividades están masificadas. Mayo o junio son excelentes opciones, con menos aglomeraciones. Para esquiar, febrero y marzo ofrecen buena nieve y precios más bajos. A principios de agosto se celebra el Festival Veneciano Jaycees del lago Ginebra, que ofrece comida, fuegos artificiales y marcha nocturna. La temperatura media anual es de 10,3 ºC y las máximas, en verano, no suelen pasar de los 26 ºC.
El aeropuerto de Ginebra (GVA) tiene conexiones a numerosos destinos internacionales. Tras aterrizar, recibirás un billete gratuito de transporte público, con el que podrás usar los autobuses y los trenes regulares hasta el centro, que se ubica a unos 4 kilómetros de distancia. Los taxis también son una opción, cuyo precio ronda los 30 Fr.
La estación Cornavin tiene conexiones directas con las principales ciudades francesas, italianas y alemanas y, por extensión, con destinos de toda Europa. Los autobuses y tranvías paran frente a la estación, cuya ubicación es céntrica, por lo que desplazarse al hotel no es complicado. Puedes viajar en tren desde París, con SNCF o TGV Lyria, desde 104,37 Fr. Desde Berna, el viaje sale por unos 31,31 Fr.
Si conduces desde Milán, debes tomar la carretera A4 y luego cambiar a la E25, la cual se convierte en la A40 tras cruzar la frontera suiza. Si viajas desde París, toma la A6 hacia Mâcon y después la A40 hacia Ginebra. Desde Berna solo necesitas tomar la ruta suiza 1, que va directa a Ginebra. Para seguir circulando tras cruzar la frontera desde Francia, tendrás que comprar un bono anual por 40 Fr.
Además de contar con el servicio regional de autobús TPG, que conecta Ginebra con ciudades del lado francés de la frontera, esta ciudad tiene excelentes conexiones de autobús a otras ciudades suizas y de países vecinos. Son gestionadas por FlixBus y Eurolines, desde París; y Ouibus, que conecta la ciudad con Milán. También podrás llegar desde París con Bla Bla Car desde 52,77 Fr.
1. Vieille Ville, el casco antiguo de Ginebra, está plagado de atracciones históricas y calles empedradas. Ofrece excelentes oportunidades para comprar cerca de la plaza de Bourg-de-Four, bares con ambiente como La Clémence y la magnífica catedral de San Pedro, donde Calvino contribuyó a poner en marcha la Reforma Protestante.
2. Plainpalais es un distrito animado ubicado al sur del casco viejo. Proporciona gangas en su famoso mercadillo, que se celebra los miércoles y los sábados. Incluye interesantes hoteles, de distintos precios, como el Carmen y el Adriatica, así como algunos de los mejores bares y discotecas de Ginebra, como Le Kraken Bar.
3. Eaux-Vives, que ocupa el este de Ginebra, ofrece un buen acceso a la orilla del lago. Es el lugar más relajante para alojarse, ya que incluye espacios verdes como el jardín Inglés, cuyo reloj de flores es único. Hôtel Les Armures y Hôtel Bristol son excelentes alojamientos de alta gama, muy bien localizados.
Ginebra ha desarrollado un plan que proporciona transporte público gratuito a todos los huéspedes de hoteles y albergues. Pide tu tarjeta TPG gratuita, válida para autobuses y tranvías. Si no la tienes, sus tarifas únicas son 2 Fr. y los pases diarios para todos los sistemas de transporte cuestan 8 Fr. En verano, en Genève Roule podrás utilizar una bicicleta gratuita al presentar tu pasaporte.
Los taxis en Ginebra son muy caros, es preferible no usarlos. Si necesitas uno, pagarás 6 Fr. por cada 1,6 kilómetros. Uber cobra 3 Fr. por la bajada de bandera y unos 2,80 Fr. por cada 1,6 kilómetros adicionales.
Disponer de coche permite visitar los valles alpinos y los lagos cercanos. Puedes alquilarlo en Sixt, Hertz o Thrifty Car Rental, desde 22 Fr. diarios.
Ginebra es perfecta para hacer compras de lujo. ¿Buscas relojes? Acude a Patek Philippe, en la calle Rhône, o a Swatch en la de Mont-Blanc. En el casco antiguo encontrarás los mejores chocolateros, como Auer Chocolatier y Christian Constant, mientras que el mercadillo Plainpalais es ideal para las antigüedades y las prendas vintage.
Comprar alimentos es sencillo, gracias a los supermercados Migros y Lidl. Es una buena estrategia adquirir en ellos productos de pícnic, pues el nivel de vida es alto. Pagarás 5,50 Fr. por una docena de huevos, y una cerveza, en un bar, te saldrá por 3,60 Fr.