Martinica es un paraíso natural en pleno mar Caribe, al mismo tiempo que una zona urbana con ciudades cosmopolitas, gracias a las influencias francesas que se fusionan con la vida tranquila y la personalidad de los habitantes locales. Fort-de-France es una ciudad bulliciosa que te hace olvidar que estás en una pequeña isla caribeña, pero cualquier escapada a la zona montañosa del norte o a las espectaculares playas del sur te devolverán a la calma del Caribe.
Si viajas a Martinica pensando en una playa paradisiaca, Grande Anse des Salines será tu lugar preferido. Situada en el extremo sur de la isla, esta zona es conocida por la gran cantidad de playas de arena blanca, aguas turquesa y palmeras retorcidas que la pueblan.
Los amantes de las plantas y las flores no pueden dejar de visitar el Jardín de Balata, un espectacular jardín botánico situado a diez kilómetros de la capital, Fort-de-France. Allí se puede realizar un paseo de alrededor de hora.
A la sombra de Fort-de-France en cuanto a la actividad comercial, St. Pierre se presenta como una ciudad turística muy atractiva por su arquitectura colonial y su ritmo más pausado. Fue la capital del país, pero el volcán Mont Pelée la arrasó en 1902.
El volcán Mont Pelée es uno de los lugares más famosos de Martinica. Se encuentra en el norte de la isla y es el punto más alto, ya que está situado a 1300 m sobre el nivel del mar. Merece la pena hacer una de las tres posibles excursiones y subir hasta la cima para observar Martinica desde las alturas.
Rodeado por la zona selvática del norte de la isla, Grand’Rivière es un pequeño pueblo pesquero que merece la pena visitar para pasear por él y degustar su comida.
Entre los meses de mayo y noviembre, llueve mucho y existe la posibilidad de que se generen huracanes, por lo que es mejor evitarlos. De esta forma, el mejor momento para viajar a Martinica se sitúa entre diciembre y abril, con una media de temperaturas que oscilan entre los 24 y los 30 °C.
Martinica pertenece a Francia y está integrada en su política fronteriza, por lo que cualquier ciudadano europeo puede viajar sin necesidad de visado y portando únicamente su documento de identidad.
El aeropuerto de la isla se encuentra a diez kilómetros de Fort-de-France y mantiene buenas conexiones con los principales aeropuertos franceses, así como con el resto de las islas cercanas. Desde Madrid, y con escala el París, el vuelo cuesta unos 450 €.
Fort-de-France y el resto de las ciudades principales ofrecen alojamientos de todo tipo, ya sea de lujo o albergues para mochileros. Otra alternativa es acampar en un camping, como el de Sainte Anne.
En las ciudades de Martinica no hay demasiadas opciones de transporte público, más allá de los autobuses. Estos tienen poca frecuencia y un precio de alrededor de 1,80 € por viaje. Si optas por el taxi, debes saber que un viaje del aeropuerto a Fort-de-France cuesta unos 20 €.
Los pocos autobuses que hay son una especie de minibuses o furgonetas sin horarios fijos. Es una buena opción si no tienes coche, ya que puedes ir a otras ciudades por poco dinero: un viaje a Saint-Pierre cuesta cerca de 5 €; a Sainte Anne, 7 €, más o menos; y a Grand Rivière, 9 €, aproximadamente.
Alquilar un coche es la mejor opción, aunque debes saber que Fort-de-France es la ciudad con más coches por habitante de toda Francia. Sin embargo, es la única opción de llegar a todos los rincones de la isla, disfrutar de su belleza y, además, conducir por carreteras del mismo nivel que las europeas. El alquiler cuesta una media de 35 € por día.
El coste de vida en Martinica es similar al de Francia. Lo bueno es que utilizan euros, por lo que no necesitas cambiar moneda y, además, el uso de las tarjetas y los cajeros automáticos está totalmente normalizado en la isla. El costo medio de un día de turismo es de unos 150 €, que, entre otras cosas, te permitirán comer en un buen restaurante local por unos 25 € o realizar alguna excursión de buceo por alrededor de 45 €.